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Instituto Nacional de Estudios de Teatro

Historia de los teatros en Buenos Aires

Contar la Historia de los Teatros en Buenos Aires, nos permite reconocer y reconocernos en nuestra cultura. El objetivo de esta propuesta es visibilizar la diversidad de teatros que surgieron en Buenos Aires, durante las distintas décadas de finales del s. XIX y mediados del s. XX.

Para este proyecto, se realizó una selección de algunos de los teatros que fueron íconos de nuestra historia cultural. Esto fue posible, gracias al trabajo mancomunado entre el personal de dos áreas de archivos, el Archivo Audiovisual e Histórico Documental del Instituto Nacional de Estudios de Teatro. Este hecho importante contempló: la investigación bibliográfica, búsqueda de imágenes como fuentes primarias únicas, confección de guion, edición y montaje audiovisual. El presente trabajo es, otro logro que se enmarca en el cumplimiento de la misión institucional de fomentar y promover por medio de la comunicación y medios, aspectos relacionados al ámbito teatral y, a la cultura en general.

Teatro de la Alegría.

Entre 1870 y 1886 existió en el barrio de Montserrat un pequeño pero importante teatro. Ocupaba el solar de la calle Chacabuco 174, y, al pasar frente a él y ver su fachada con arcos de medio punto, columnas jónicas y el remate del primer piso con un severo frontispicio se podía tener la sensación de estar ante un templo de la Antigüedad. Sin embargo, la seriedad externa contrastaba con el regocijo que generaban las zarzuelas, comedias y sinfonías que se representaban en su interior, principalmente a cargo de compañías españolas.

El teatro se inauguró el 23 de mayo de 1870, justamente con una zarzuela titulada “Marina”, y, su sala contaba con capacidad para 900 personas, teniendo 150 palcos y 300 tertulias. A lo largo de sus 15 años de vida, pasaron por su escenario numerosos músicos, actores y actrices de renombre en su época, como Ernesto Rossi, Adelaida Ristorti o Carolina Civili Palau. Además, como ocurría en la mayoría de los teatros de fines del siglo XIX, en su sala se organizaban bailes de máscaras para navidad y carnaval.

También se alquilaba para bailes particulares, como los que organizaban las asociaciones de afrodescendientes. Otro hecho importante que destaca en la historia del Teatro de la Alegría, tal el nombre del teatro que venimos reseñando, es el de haber sido sede de la asamblea de tipógrafos que en 1878 declaró la primera huelga ocurrida en el país. A pesar de su intensa trayectoria, la actividad del teatro de la Alegría decayó en la década de 1880 hasta que, finalmente, en 1886 cerró sus puertas. El edificio continuó en pie, mudo, por casi 25 años más, cuando fue demolido para dar paso a la construcción del edificio de la famosa revista “Caras y Caretas”.

Video Teatro de la Alegría

Teatro Casino

El teatro Casino tuvo tres edificios: el primero fue levantado en 1885, en la calle Maipú 336 (entre Sarmiento y Corrientes). El segundo se edificó sobre el mismo solar, en 1905, y el tercero, también en el mismo terreno, se levantó ya bien entrado el siglo XX, en un estilo con reminiscencias racionalistas y art decó. A diferencia de otros teatros, esta sala estuvo dedicada casi exclusivamente a espectáculos de varieté y music-hall, en los que descollaban malabaristas, ilusionistas, acróbatas, domadores de animales o las clásicas peleas de lucha grecorromana.

También eran habituales cada año -como en otros teatros porteños-, los bailes de carnaval. En las décadas de 1920, 1930, 1940 y 1950 pasaron por su escenario zarzuelas, ballet, teatro de revista, teatro de marionetas, comedias musicales o danzas españolas, por ejemplo. En la década de 1960 fue transformado en cine, pero, por poco tiempo, ya que, hacia 1971 fue cerrado y demolido.

Video Teatro Casino

Teatro de la Ópera

La década de 1870 estuvo signada, en Buenos Aires, por una epidemia de fiebre amarilla que se cobró la vida de alrededor del 8 por ciento de la población. Sin embargo, esa misma década vio nacer algunas de las salas teatrales más importantes de la Belle Époque local: el Teatro de la Alegría, el Liceo o el Variedades fueron algunos de los que abrieron sus puertas cuando la ciudad era poco más que una “gran aldea” de alrededor de 200.000 personas.

En ese marco, el empresario Antonio Pestalardo inauguró el Teatro de la Ópera (también conocido como Teatro Ópera) el 25 de mayo de 1872. La sala, ubicada en la entonces calle Corrientes, entre Suipacha y Esmeralda, estaba dedicada al arte lírico.

Algunos años después, aprovechando el cierre del primitivo Teatro Colón, el Teatro de la Ópera fue reformado íntegramente por el empresario y estanciero Roberto Cano, quien le dio una apariencia verdaderamente lujosa. Además, se convirtió en el primer teatro porteño con antepalcos y luz eléctrica.

Por su escenario pasaron artistas de la talla de Enrico Caruso y Eleonora Duse, así como también tuvo entre su público a figuras como el presidente del Brasil Manuel de Campos Salles o al ex presidente argentino Bartolomé Mitre.

En este teatro se estrenó, en 1897, “Pampa” una de las primeras óperas nacionales, del maestro Arturo Berutti y con libreto de Guido Borra.

A comienzos del siglo XX, la importancia del teatro decayó debido a la apertura de su mayor competidor: el Teatro Colón. Finalmente, fue demolido en 1938 dando lugar a una nueva e importante sala, el Teatro Ópera, pero esa es otra historia...

Video Teatro de la Opera

Teatro Apolo

El teatro Apolo tuvo su nacimiento el 21 de marzo de 1892, cuando fue inaugurado en el solar de la calle Corrientes 1388, aunque por poco tiempo, ya que esa primera sala decayó hasta ser abandonada.

Fue en 1901, de la mano de José Podestá (quien la alquiló), que tuvo su renacimiento y alcanzó el centro de la escena porteña, destacándose como sala de espectáculos principalmente criollos.

Junto con José, compartieron escenario sus hermanos Juan, Antonio y Pablo, quienes el 6 de abril de 1901 debutaron con la obra El payador, de Emilio Onrubia (hijo). A partir de entonces, el Apolo se convirtió en un referente local por ser el lugar donde se estrenaron tres piezas claves del teatro nacional: La piedra de escándalo, de Martín Coronado; Al campo, de Nicolás Granada y Jesús Nazareno, de Enrique García Velloso.

El teatro Apolo tuvo una vida relativamente larga hasta que, en 1958, fue cerrado. La noticia de su futura demolición hizo que la comunidad teatral se movilizara para impedirlo. Personalidades como Luis Arata, Narciso Ibañez Menta o Mecha Ortiz, por ejemplo, organizaron marchas y protestas, e incluso se entrevistaron con el entonces presidente de la Nación, Arturo Frondizi. Las luchas de los teatristas dio como resultado que en 1959 se sancionara la ley Nº 14.800, por la cual, en caso de demolición de una sala teatral, el propietario debería construir en el nuevo edificio una sala teatral con condiciones similares a la demolida. No obstante la ley, el teatro Apolo fue demolido en 1960 pero gracias al precedente legal, se construyó una nueva sala en el lugar.

Video Teatro Apolo

Teatro Nacional Cervantes

El Teatro Cervantes nace como un proyecto privado de dos artistas españoles, cuya compañía tuvo gran significación en el circuito teatral argentino: María Guerrero (1867- 1928) y Fernando Díaz de Mendoza (1862- 1930).

El sueño de ambos no era tanto un teatro, “no solo una sala de espectáculos, sino un monumento de belleza a la gloria del arte español. Una síntesis del solar de la raza...” y en ese camino levantaron el edificio de la esquina de la calle Libertad y Av. Córdoba, cuya fachada recrea a la de la Universidad de Alcalá de Henares.

La sala, construida por los arquitectos Aranda y Repetto, se inaugura el 5 de septiembre de 1921 con la comedia La dama boba, de Lope de Vega, interpretada por la Compañía Guerrero-Díaz de Mendoza, con gran repercusión en la prensa nacional.

Sin embargo, tras pocos años, el teatro comenzó a dar pérdidas y en 1926 es rematado. Gracias a la presión de un grupo de teatristas con representación gremial y a la propuesta de Enrique García Velloso, el Estado Nacional lo adquiere y se hace cargo de la deuda (que terminará de pagar en 1932).

En 1936, como dependencia de la por entonces Comisión Nacional de Cultura, pasa a denominarse Teatro Nacional de Comedia hasta que, en 1947, se le cambia nuevamente el nombre a Teatro Nacional Cervantes en conmemoración de los 400 años del nacimiento de Miguel de Cervantes Saavedra.

En junio de 1961, un incendio arrasa con el escenario y parte del teatro. La reconstrucción del edificio empieza prontamente, pero su reinauguración se producirá recién en 1968.

La actividad del Teatro Nacional Cervantes continúa hasta la actualidad, habiendo sido declarado Monumento Histórico Nacional en el año 1995 por ley Nº 24.570.

Video Teatro Nacional Cervantes

El Primer Teatro Colón. El Teatro Colón "Primitivo"

En la década de 1850 y luego de la caída de Rosas, Buenos Aires se convirtió en Estado autónomo durante poco menos de 10 años. Esa condición le permitió usufructuar los recursos generados por la aduana, sin compartirlos con las provincias. En base a tales recursos, se mejoró la infraestructura bonaerense creándose escuelas, urbanizándose los contornos rurales de la ciudad, fundándose pueblos, iniciándose las obras del servicio de agua corriente e inaugurando el primer ferrocarril en 1857.

En ese marco de modernización urbana, se concretó la construcción de una sala lírica acorde a las nuevas aspiraciones porteñas, que ponía a la capital local a la par de sus homólogas sudamericanas, ya que en 1856 se había levantado el Teatro Solís de Montevideo, y en 1857 el Teatro Municipal de Santiago de Chile.

La construcción del edificio, al que se le dio el nombre de Teatro Colón (que posteriormente se conocería como “Teatro Colón Primitivo”), estuvo a cargo de una sociedad anónima conformada por Hilario Ascasubi, Joaquín Lavalle, José Oyuela y los hermanos Varela, entre otros y contó con el diseño del famoso artista e ingeniero Carlos Enrique Pellegrini, quien proyectó los planos. El teatro se levantó así en un amplio terreno sobre la esquina de Rivadavia y Reconquista.

El edificio representó un verdadero alarde técnico para la época, ya que contaba con un techo con una estructura de hierro única en la ciudad, importada de Irlanda.

El resto del teatro no se quedó atrás en cuanto a calidad. Contaba con un proscenio de 12 metros de ancho, sitio para la orquesta y butacas para 2.428 espectadores. La iluminación de la sala se generaba por medio de una araña central de 8 metros con 244 picos de gas y con un total de 645 focos de luz, si sumamos también los ubicados en los diferentes niveles de las localidades y en vestíbulos, escaleras y pasadizos.

El edificio contaba con numerosas salas y salones, pero quizás el dato más curioso sea que debajo de la sala principal había un sótano de 11 metros de profundidad, que a su vez contaba con un pozo destinado a depósito de hielo, mientras que, sobre el techo que cubría la sala, había un salón para pintores y depósito de decoraciones.

El teatro inició sus actividades con un baile de máscaras el 25 de febrero de 1857, aunque la sala se abriría definitivamente al público el 25 de abril de ese año con la representación de la ópera La Traviata, de Verdi.

El Primer Teatro Colón se mantuvo activo por alrededor de 30 años, aunque ya desde mediados de la década de 1870 comenzó a sufrir la competencia del Teatro de la Ópera. Finalmente, en 1887, el Congreso Nacional autorizó su venta para ser convertido en Banco Nacional, y lo obtenido de dicha venta se destinó al proyecto de construcción del nuevo (y actual) Teatro Colón.

Video Teatro Colón Primitivo

El Teatro Colón

En la calle Libertad al 600 se levanta el Teatro Colón. No está dedicado al arte dramático sino a la lírica y, en esa disciplina se ha destacado, desde su inauguración en 1908, como uno de los más importantes de Occidente y, según un estudio del especialista Leo Beranek, como el teatro lírico con mejor acústica del mundo.

La construcción del teatro, que abarca una superficie de más de 7.000 metros cuadrados, llevó más de 10 años y la intervención de tres arquitectos: Francisco Tamburini, Víctor Meano y Julio Dormal. Su imponente exterior se condice con el lujoso interior realzado con mármoles, bronces, maderas y detalles escultóricos realizados por el artista ítalo-argentino Luigi Trinchero.

El Teatro Colón actual es heredero del llamado Teatro Colón Primitivo, ubicado frente a la Plaza de Mayo (entre 1857 y 1887) y, en sus inicios fue competidor del por entonces tradicional Teatro de la Ópera -de la calle Corrientes al 800-, pero el Colón pronto se impuso como primera sala lírica porteña gracias a la calidad de las representaciones que ofrecía.

Tras su inauguración con la ópera “Aida” de Verdi, el 25 de mayo de 1908, pasaron por su escenario, a lo largo del tiempo, cantantes de la talla de Enrico Caruso, Tita Ruffo, María Callas, Victoria de los Ángeles, Luciano Pavarotti o Plácido Domingo, por ejemplo, bailarines como Vaslav Nijinsky, Rudolf Nureyev, Anna Pavlova, Maia Plissetskaya, Olga Ferri o Julio Bocca y, algunos de los compositores más importantes del siglo XX como Pietro Mascagni, Camilo Saint-Saëns, Igor Stravinsky, Richard Strauss, Manuel de Falla o Héctor Panizza, por nombrar solo algunos.

En sus primeras décadas de vida, el Teatro Colón fue explotado por empresas privadas, hasta que en 1931 el entonces intendente José Guerrico lo municipalizó. Poco antes, en la década del ’20, se habían creado bajo la responsabilidad financiera del Estado, su orquesta, coro y ballet estable para suplir la falta de elencos extranjeros.

Sería muy extenso contar en detalle los cambios producidos en el teatro en sus más de cien años, así como sus logros artísticos pero, entre sus múltiples transformaciones a lo largo del tiempo, podemos destacar la construcción de un anexo subterráneo en 1968, con talleres, salas de ensayo y depósitos, o la restauración iniciada en 2001 y finalizada en 2010 para el Bicentenario de la Revolución de Mayo, restauración que le ha dado nueva vida para encarar el futuro.

Video Teatro Colón